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De maestros a facilitadores.

  • Foto del escritor: JorgeAurelioMx
    JorgeAurelioMx
  • 6 sept
  • 2 Min. de lectura

La pedagogía crítica es un acto de resistencia. Nos permite desafiar las narrativas dominantes.

—Henry Giroux, 2025.



Las siguientes reflexiones nacen del artículo publicado por Educación 3.0 “El profesor no tiene que enseñar, tiene que lograr que sus alumnos aprendan” de Javier Tourón, así que convendría leerlo antes de continuar:



Al respecto, lo siguiente:


El maestro no es un facilitador, es un intelectual que piensa, que incomoda, que enseña. Lo demás es negocio envuelto en palabrería.


La frase de Javier Tourón —“El profesor no tiene que enseñar, tiene que lograr que sus alumnos aprendan”—, dicho con mediano respeto, es el típico eslogan de marketing pedagógico con el que se envuelve la mediocridad para vender "innovación". Porque si el profesor no tiene que enseñar, ¿qué demonios hace entonces? ¿Convertir la educación en un manual de autoayuda donde el estudiante es “protagonista” y el docente un “acompañante” sonriente?


La sustitución del maestro por el “facilitador” es una claudicación intelectual. El término esconde un trasfondo ideológico: la renuncia del profesor como figura crítica y responsable del saber, para reducirlo a la condición de animador del aula.


La pedagogía de la “facilitación” no emancipa, adormece; no piensa, entretiene; no enseña, gestiona emociones.

El problema de estos discursos es que se presentan como rupturas “revolucionarias” cuando no son más que modas recicladas.


El “Flipped Classroom” es la última etiqueta de un proceso que lleva décadas vaciando a la docencia de rigor. Lo pintan como empoderamiento del alumno, pero lo que hacen es trasladar al estudiante la carga de su propio fracaso: si no aprendes, es porque no te responsabilizaste de tu aprendizaje. El profesor, mientras tanto, queda reducido a un coach sin contenido, a un operador metodológico que administra dinámicas.


¿Dónde queda, entonces, el magisterio?


El maestro es maestro precisamente porque enseña. Porque ordena, estructura y transmite un legado cultural que no es negociable.


Porque educar no es poner al alumno en el centro como si fuera un cliente de supermercado, sino confrontarlo con la exigencia del saber.

Al final, lo que se esconde tras la apología del “facilitador” es el vaciamiento de la escuela como institución crítica. Un profesor que no enseña no es profesor, es un gestor de recursos, un animador corporativo, un subordinado de las pedagogías de moda que reemplazan la verdad y el conocimiento por la “experiencia de aprendizaje”.


La educación no necesita facilitadores: necesita maestros que piensen, que sepan y que enseñen. Sin eso, todo lo demás es palabrería disfrazada de innovación.


El día que aceptemos que el maestro no enseña, habremos firmado la rendición de la educación ante el mercado de las banalidades.


PD. Construyamos escuela. Construyamos un buen ciclo escolar.


___________


Profesor Jorge Aurelio.

Fundador y Director de Asesoría Pedagógica Integral®

Maestro en Dirección de Instituciones Educativas • Maestro en Desarrollo Cognitivo • Orgullosamente Normalista.


 
 
 

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